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Aunque las parroquias maliayas de Quintes y Quitueles celebran en Abril un gran Festival Gastronómico de la Llámpara, en que otorgan la Llámpara de oro a personajes prominentes, me he querido centrar en Casa Nino de Oles-Tuero, por ser un encantador chigrín, menos conocido y que está cerca de los restaurantes El Verano de Argüero y La Llosa en Olés, que ya figuran en mi Guía y donde también preparan fenomenal las exquisitas Llámpares de los recónditos cantiles de la Costa Jurásica, que va desde Gijón a Ribadesella.
Restaurante Casa Nino (Oles-Tuero,
Villaviciosa). Tel. 985 892 617 y 607 796 119. GPS 43º 32´9" Norte & 5º 56´51". Está a 20 Km. de Gijón, 9 de Villaviciosa y 6 Km. de Tazones, desviándose de la carreterina AS-256 en la indicación a Argüero. A menos de 1 Km. verán a la izquierda la señal a la Playa de Merón, que no deben tomar. Siguen rectos y pronto verán una gran torre del agua y el restaurante El Verano, que también recomiendo. A cien metros, siguiendo de frente, hay una señal que pone Tuero pero elijan la carretera de la derecha y a 200 metros aparecerá a su izquierda Casa Nino.
Es muy importante encargar la comida tres días antes y si quieren probar los pescados o mariscos de Tazones y de la ría de Villaviciosa, denles margen para que les sorprendan con los mejores productos que encuentren para ustedes, pues al ser una pequeña y artesanal Casa de Comidas, con mayúsculas, no pueden tener (por miedo a que se les pierdan) artículos caros que luego no hay la seguridad de vender, pues la Crisis sigue existiendo, queridos amigos, y debemos todos ayudar a que estos lugares, donde se rinde culto al buen hacer culinario, nunca cierren.
En esta zona llamada la Mariña (o Marina) Jurásica del Concejo de Villaviciosa, se rinde culto a la Llámpara de pedreru o pedrero y por solo probar su inigualable sabor, merece la pena la Escapada a alguna de las 41 parroquias rurales del guapísimo Concejo de Villaviciosa , que pueden ver en los diversos álbumes de mi web que dedico a esta zona.
La lapa (o llámpara) jurásica, que es un molusco univalvo, se captura durante todo el año, arrancándose de las piedras que quedan visibles en las últimas horas antes de los bajamares, preferiblemente en días nublados o con orbayu y siempre con mar calmado, pues las olas podrían arrastrarles en días de mar revuelta y peligrosa.
Los aldeanos que van a por Llámpares, siguen un prehistórico rito para capturar las más ricas y pequeñinas y es una increíble experiencia ver, en atardeceres de días algo lluviosos, las llámpares desplazarse con agilidad en busca de su rico sustento, entre las rocas, normalmente cubiertas por las aguas y que tienen pegadas a sus cáscaras el mofu que les imprime carácter y un sabor ancestral y que casi no iguala ningún marisco de postín.
En el mundo hay cientos de variedades de llámpares pero las llamadas de Marea, que se capturan en las horas previas al bajamar en la Costa Jurásica astur son sin duda las más exquisitas.
Después de cogerlas hay que lavarlas bien, en charcos con agua de mar, dentro de redecillas que llevan los intrépidos aventureros del pedreru, para que pierdan toda su arena y luego cocerlas muy poco con sabias manos, como son las de Teresa, para que no endurezcan lo más mínimo, convirtiéndose en una de las más grandes curiosidades gastronómicas del Universo que deben inexcusablemente probar.
Mis fieles seguidores sé que me perdonan el mal uso que doy algunas veces sin querer a topónimos o gentilicios, fruto de mi infiel anarquismo sarraceno, pero como estamos en la Biblia de Internet, ahí esta todo corregido y saben de sobra que creo nuevos palabros, pues casi todo me la Refanfinfla y mi admirado académico Pérez Reverte me lo permite.
Para que sus mimados jugos gástricos empiecen a disfrutar, les enumero platos que deben probar y les recuerdo los tres días de encargo previo.
La sopa de llámpares cuesta 5 euros, las llámpares en una especie de salsa marinera que tiene aceite, ajo, perejil, pimienta blanca, pimentón dulce, un poco de guindilla, azafrán en hebra y mucha sabiduría popular (a 9 €), la sencilla ensalada de lechuga, tomate y cebolla tiene un aliño secreto delicioso (4 €) y no se les ocurra añadir nada, solo revolver y disfrutar. El paté de centollu (6 €), el arroz con llámpares (mínimo dos raciones, a 11 euros por ración), la fabada asturiana (11 €), la cecina con queso de cabra a la plancha (12 €), las cebollas rellenas (7 €), las croquetas (6 €), el arroz con almejas a 12 € o con bugre, a 50 € (las dos mínimas raciones), la morcilla de arroz con berenjenas (8 €), el cabritu (15 €), el cachopo de ternera con crema de setas (15 €), la ternera en rollo o el rollo de bonito (11 €), los escalopines al cabrales (11 €), los pescados, como les decía, según los precios de mercado que consigan, y traten de probar las colas de pixín de Tazones, a la plancha. De postre: la tarta de chocolate, el arroz con leche requemado, el flan de queso y el helado de turrón a 3,50 euros cada uno.
El local es muy acogedor y Carlos, el marido de Teresa, les atenderá con amabilidad, para que vuelvan con seguridad.
Las raciones no son muy abundantes pero al ser todas exquisiteces, casi se agradece.
Si se acercan con niños, les recomiendo que vean previamente
www.asturcon-museo.com, pues está muy próximo y a sus hijos les encantará acariciar estos míticos caballos astures, y si son andarines, pueden hacer parte de la
Ruta del Azabache, que está en mi web, y por supuesto, acercarse como Carlos V a Tazones, para ir otro día a que Roberto les prepare un centollu en El Puertu o que José, en El Rompeolas, les sirva unos durinos calamares fritos de potera, inigualables. |
Idílica imagen del puerto ballenero y marisquero de Tazones.
En el restaurante El Rompeolas, casi rozando el mar, José, su propietario, manda prepararme unos durinos calamares de potera a la romana, como los que hicieron levitar al Emperador Carlos V, nada más pisar tierra española por primera vez, hace ya unos siglos.
Mi amigo Roberto, chef-propietario del restaurante El Puertu, de Tazones, les muestra el megacentollo de 2,5 Kg. que nos comimos en soledad, lejos de nuestras abundantes, siendo humildes, admiradoras, un luminoso día del mes de Diciembre de 2010, puesto que era una comida de gourmets extremos y no queríamos ninguna distracción que no fuera gastronómica, aún siendo un servidor más infiel que mi ascendiente, Abderramán III.
La Casa de las Conchas es uno de los rincones que más gustan a los niños que tienen la suerte de visitar Tazones.
El puerto de Tazones es uno de los iconos máximos de la agreste costa asturiana.
Yo siempre trato, con mis imágenes, de motivarles a que vivan el embrujo de los miles de rincones que atesora el Paraíso Natural. El puerto de Tazones es casi una medicina contra todo tipo de depresiones.
En esta solitaria mesa de Casa Nino hice mi almuerzo un soleado sábado de Febrero del 2012.
Estos son los centollos que llevé a una de mis más fieles admiradoras, seleccionados y cocidos por mi amigo, Roberto, en su restaurante, El Puertu, de Tazones.
A veinte metros de mi mesa, estas distinguidas señoritas fueron mis compañeras de almuerzo y conversación.
Entrada al acogedor comedor de Casa Nino.
Las imágenes son las que dan la realidad del lugar, en este caso, el acogedor comedor de Casa Nino.
Las Llámpares es uno de los platos estrella de Casa Nino.
La sidra Buznego, de Arroes, es un complemento perfecto para las llámpares y el cabritu.
El cabritu con patatinas fritas estaba fenomenal.
La sencilla ensalada es más que una experiencia por su increíble aliño.
El cremoso y requemado arroz con leche fue el dulce epílogo de mi solitario almuerzo, en plena Mariña Jurásica Maliaya.
La sopa de llámpares fue el primer plato del día siguiente, que volví con mi sobrino Javier, que es un experto pescador de Pedreru, para saber su docta opinión: Quedó flipado por su sabor, o sea que un diez.
Esta paellera de arroz con llámpares compartidas fue nuestro segundo plato.
Como se vé en el plato ya servido, algunas llámpares tenían cáscara y otras no, pero el sabor era supremo y estaban blandísimas, cosa muy difícil.
La tarta casera de chocolate nos encantó, pues se salía de lo habitual y en gastronomía, eso es lo que cuenta.
Ya ven lo dura que es mi vida para tratar de transmitirles parte de las innumerables sensaciones placenteras que encierra el Paraíso Natural llamado Asturias, durante todas las épocas del año, que estoy seguro les motivarán para venir a relajarse infinitud de veces.
Sensaciones de rusticicidad envuelven las croquetinas de jamón que prepara con mucho artesanal arte su guisandera Teresa.
Las famosas y pequeñinas llámpares de la Rosada.
Las cremosísimas fabes que cultiva una vecina colindante se deshacen en la boca y la morcilla, también casera, no repite nada de nada; cómanla sin ningún miedo.
Aunque al fondo entre la niebla no se aprecia en todo su esplendor, la hermosísima Sierra del Sueve; me place compartir con ustedes las sensaciones naturales que emocionan, desde el porche de la recoleta iglesia de Tuero, a cien metros de Casa Nino.
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